El preconizado narrowcasting (difusión selectiva) de los años 80 nos aproxima hoy a un nuevo espacio de consumo audiovisual y multimedia. Pero entre la paleotelevisión y la neotelevisión ha existido una época que ha potenciado al máximo las discontinuidades, la fragmentación, la apertura de segmentos de audiencia, la aceleración en la visión de los relatos y la introducción del zapping como elemento de lecturas no lineales y aceleradas de unidades filmográficas o televisivas. Sin este eslabón intermedio no hubiera sido posible la expansión postelevisiva en la que nos introducimos irreversiblemente. La digitalización ha propiciado la reducción a un solo código las diferentes codificaciones y lenguajes clásicos. Con eso, la complejidad productiva de las industrias culturales ha salido muy beneficiada. La radio, la prensa y el resto de publicaciones escritas, el cine, la fotografía, la televisión, el multimedia, etc., fluctuarán por un mismo conducto, generando un panorama multimediático y de interacción de posibilidades casi infinitas. La tecnología digital no nos ha de deslumbrar.
Así comienza el artículo que el profesor Miquel Francés, director del Taller de Audiovisuales de la Universidad de Valencia, publica en Telos, la pionera revista de comunicación de la Fundación Telefónica.
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