La televisión digital terrestre (TDT) es un sistema de transmisión digital que cabalga sobre la red de distribución de la televisión hertziana terrestre analógica y puede ser recibido por medio de las mismas antenas con un pequeño costo de adaptación. En el universo de exaltación de la revolución digital, con el que se despidió el segundo milenio y se inauguró el tercero, a la TDT parece haberle correspondido el papel de estrella fugaz. Su brillo empieza a destellar con el anuncio en Estados Unidos de la formación de la gran alianza para la búsqueda de un estándar de televisión digital.
El fogonazo de eclosión se produce con el anuncio del estándar ATSC (Advanced Television Systems Committee) de televisión digital surgido de esa gran alianza, y replicado poco después con el anuncio del estándar desarrollado en Europa, el DVB-T (Digital Video Broacasting-Terrestrial).
El anuncio del inicio de la implantación de la TDT en Estados Unidos y poco después en Europa se correspondió con el cénit del brillo de la TDT hasta el momento, puesto que las peripecias surgidas en la implantación real a los dos lados del Atlántico (lentitud de despliegue, ausencia de oferta original, fracaso económico de la oferta de pago, falta de servicios adicionales originales, ínfima penetración, ausencia de receptores asequibles, etcétera), han opacado su brillo. Claro que podría tratarse sólo de unos nubarrones que eclipsan su fulgor y que la TDT consiga finalmente un papel de estrella en el universo digital.
Leer este interesante ensayo que publica el profesor Emili Prado en Etceter@
El fogonazo de eclosión se produce con el anuncio del estándar ATSC (Advanced Television Systems Committee) de televisión digital surgido de esa gran alianza, y replicado poco después con el anuncio del estándar desarrollado en Europa, el DVB-T (Digital Video Broacasting-Terrestrial).
El anuncio del inicio de la implantación de la TDT en Estados Unidos y poco después en Europa se correspondió con el cénit del brillo de la TDT hasta el momento, puesto que las peripecias surgidas en la implantación real a los dos lados del Atlántico (lentitud de despliegue, ausencia de oferta original, fracaso económico de la oferta de pago, falta de servicios adicionales originales, ínfima penetración, ausencia de receptores asequibles, etcétera), han opacado su brillo. Claro que podría tratarse sólo de unos nubarrones que eclipsan su fulgor y que la TDT consiga finalmente un papel de estrella en el universo digital.
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