domingo, 26 de octubre de 2008

Los periódicos, incapaces de liderar la oferta informativa en la era digital

El blog colectivo Xark, que se publica en Estados Unidos, mantiene que periodismo tradicional está incapacitado para reinventar el modelo de comunicación y liderar la oferta de información en la era digital. Lo explica en un decálogo que ha traducido al castellano Mangas Verdes. Razones no le faltan. Manuel M. Almeida no duda en decir de él: “Un artículo que debería figurar enmarcado en los despachos y las redacciones de toda empresa periodística tradicional (que pretenda sobrevivir)”.

Sus 10 enunciados son los siguientes:

  • La audiencia principal de los periódicos aún no demanda el cambio: el grueso de los consumidores de medios de papel se sitúan en una franja de edad en la que Internet no tiene especial protagonismo. Sin embargo, esa franja ha ido envejeciendo con el tiempo y lo hará aún más en los próximos años. Las nuevas generaciones, ésas que estarían llamadas a convertirse en sucesores, son francamente partidarias de la web.
  • El modelo empresarial de la prensa es una reliquia de la era del monopolio de la información: la escasa visión de futuro y el culto a la rentabilidad inmediata provocan que las empresas periodísticas no elaboren estrategias de inversión o reinversión a medio y largo plazo. “Internet no provoca beneficios y, por tanto, no vamos a invertir más allá de lo indispensable en ella”.
  • Las redacciones tradicionales están ancladas en una idea fatal: todo lo nuevo es peligroso. No descubrimos nada nuevo si decimos que las redacciones tradicionales miran con desconfianza, cuando no con abierta agresividad, todo lo que se mueve en Internet, especialmente lo que tiene que ver con la comunicación. Muchos de los responsables de esas redacciones, lejos de fomentar el cambio y el acercamiento, el reciclaje, mantienen una actitud de soberbia: rechazan cualquier cambio que no cuente con su consentimiento.
  • No hay investigación ni planes de reciclaje, no ven lo que se les viene encima, no cuentan con las herramientas necesarias para sobrevivir ni sabrán utilizarlas cuando las adquieran.
    (“Ejercicio práctico para directores de periódicos: reúna a todo su staff, reparta papel y bolígrafo e invíteles a escribir una etiqueta o enlace de hipertexto sobre la noticia en la que estaban trabajando. Si muchos son incapaces, usted tiene un problema. Si ninguno puede, está usted ante una grave crisis”.)
    Lo cual no es sino el resultado de la ausencia de políticas de desarrollo de personal y de los despidos no justificados con la excusa del recorte presupuestario.
  • Los periódicos carecen de personal tecnológico y creativo cualificado: no abundan los programadores, diseñadores web, gestores de bases de datos, artistas del mashup, codificadores de XHTML/CSS, redactores multimedia, animadores expertos en Flash, comunicadores gráficos, infógrafos 2.0… En lugar de eso, las nóminas se hinchan con pluses y sueldos de dinosaurios resentidos que aún se pelean con sus cuentas de correo electrónico.
  • La inercia, la incertidumbre y la parálisis presiden la mayoría de las empresas periodísticas tradicionales. Incluso aunque las empresas tengan en la recámara cuadros inteligentes y preparados para tomar el testigo de la dirección en el futuro, éstos no podrán hacer nada frente a una competencia, los medios nativos digitales, que les llevan una ventaja insalvable. Pero es aún peor cuando los auténticos innovadores son expulsados o marginados ante el pánico que provocan las crisis y los cambios.
  • Los anuncios por palabras dan más dinero que los banners: es la excusa reina entre los gerentes de empresas tradicionales. Y, aunque te cueste creerlo, es totalmente cierto. Hasta que Internet no se configure como el principal canal comercial del mercado publicitario, las cosas seguirán así. ¿Pero es eso un argumento que deba tomar en consideración el responsable de una empresa que pretenda remontar el presente y triunfar en un futuro a medio plazo? Es la diferencia entre el cortoplacismo suicida y las estrategias comerciales a largo plazo.
  • La prensa ha perdido ya uno de sus factores de venta fundamentales: la ‘moneda social’. Lo podemos llamar también ‘conversación’. En 2008, todo el discurso político relevante ha tenido lugar en la Red. Periódicos y televisiones no han sido más que una sombra pálida de cuanto acontence en Internet. Y el espectáculo no ha hecho más que comenzar.
  • La conexión entre calidad y rentabilidad se ha roto definitivamente: se ha advertido por activa y por pasiva. Lo hemos hecho los profesionales inquietos, lo han hecho los bloggers interesados en la materia y lo ha hecho la ciudadanía a través de todos los medios que ha podido: la calidad de la información periodística está por los suelos. La obsesión por el beneficio a corto plazo recortando la calidad es obviamente una estrategia para el fracaso, y la oleada reciente de despidos de profesionales contrastados sólo ha acelerado el proceso. Los periodistas admiten esto en privado, pero el problema es que el público ya lo sabe.
  • Las empresas periodísticas odian el periodismo… moderno: las empresas periodísticas no sobrevivirán a la revolución de la comunicación si la gente que las integra continúa oponiéndose a las reglas, a las convenciones y a la cultura misma de esa revolución. Usted jamás reciclará con éxito su empresa si continúa castigando a los innovadores, matando a los mensajeros, recompensando a los medradores políticos y mascullando en la barra del bar que la culpa de todas sus desgracias la tiene… el futuro.

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